El opi-exprés.

Donde yo vivo hay turcos por doquier. De broma nombramos el barrio Turquilandia en lugar de Kreuzberg, como realmente se llama. Es un poco para hacer todavía más chiste porque Kreuzberg ya es sinónimo de personas morenas con cejas pobladas y mujeres con velo vestidas hasta los tobillos.

El barrio podría ser como cualquier otro. Físicamente no hay muchas diferencias más allá de tener más puestos de Döner Kebap. Edificios coloridos, árboles verdes durante la primavera y el verano, gente alternativa que ya empieza a vivir aquí (además de los turcos) y otros extranjeros. Tiendas, construcciones, renovaciones, metro, autobuses y, como en todo Berlín, grafitti en cada esquina.

Pero en medio de todo, siempre pasa un autobús del que casi nadie da cuenta. Es un autobús del transporte público que tiene una ruta fija por las calles de Kreuzberg, es la ruta 265. Adentro de él hay un mundo muy diferente al que se vive afuera. Viejitos. Viejitos que se transladan entre el Oeste y el Este de Berlín, entre el Este y el Oeste. Ellos son dueños de esta línea durante todo el día. Por la noche la ruta se alarga hasta uno de los barrios más populares, Mitte, y el autobús empieza a transportar a jóvenes borrachos con cerveza en mano. Algunos de ellos, ¿por qué no? neonazis que regresan a sus guaridas en el Este de Berlín después de estar de incógnitos entre toda la gente de la ciudad. ya no se sabe realmente cómo se visten, ya no tienen ese uniforme que los caracterizaba de botas militares y pantalones bombachos y cabezas rapadas. Ya son otros.

Pero, bueno, estábamos con la ruta de la mañana. Los viejitos y viejitas salen de Baumschulenweg o Schöneweide, dos zonas enclavadas en el Este de Berlín y durante el día van regresando, poco a poco a su casa. Salen a disfrutar de su pensión, salen a cobrarla, salen a ver a los turcos del barrio de Kreuzberg como si se tratara de un Sighseeing Tour, qué sé yo. Parece que les gusta estar en el autobús y pasear, porque, en teoría, como retirados no tendrían obligaciones que cumplir en la ciudad. Yo casi nunca me subo sin tener que ver cabellos blancos a mi izquierda o a mi derecha.

Creo que incluso la empresa que administra el transporte público ha mejorado en esta línea ex profeso. Ahora los autobuses son tan modernos que se agachan para recibir a los pasajeros. Cada vez que hace la parada, la entrada y salida del armatoste amarillo queda a ras de suelo para evitar tener que elevar la pesada pierna arrugada hacia arriba, o para evitar caer de bruces al salir. Hay muchos de estos autobuses por toda la ciudad, pero yo juraría que esta línea los tiene todos nuevos. Muchos asientos están clasificados con una cruz que quiere decir que los septuagenarios o discapacitados tienen la prioridad de sentarse y, en el medio, hay un espacio tan grande que caben dos sillas de ruedas motorizadas juntas. Este espacio en Prenzlauer Berg, uno de los barrios más 'trendy' de Berlín, se ocuparía para dos mamás que se montan al autobús con las carriolas de sus bebés.

El otro día el chofer tuvo piedad de mí. Dar servicio a 'adultos mayores', como dice que se debe escribir según el manual de redacción de mi periódico, ha ablandado el corazón a los choferes quienes, en otros barrios, te ven llegando corriendo a la parada del autobús y cierran las puertas enfrente de uno. Bien, pero la otra vez yo tenía una pata Kaputt. Me esguincé el tobillo y estuve casi sin caminar una semana. Cuando salí a la luz de este hermoso verano tardío otra vez, tenía que tomar el autobús y, puntual como suele ser, ya estaba enla parada a punto de arrancar. Yo, impuntual o 'justo' (como dice mi moral que se debe de decir) como suelo ser, vi a lo lejos que al chofer ya había cerrado las puertas y estaba a punto de arrancar. Aún así empecé a correr cojeando, o sea casi cargando mi pierna lastimada, y el chofer se detuvo, inclinó el autobús y me dejó subir. Los viejitos que ya estaban dentro se me quedaron viendo, quizás para comprobar que uno más de ellos se subía, quizás para ver qué méritos había hecho yo para merecer semejante reverencia del chofer sin ser un retirado, un 'adulto mayor', o un opi, como se dice en alemán a los abuelitos.

Yaotzin.
El opi-exprés. El opi-exprés. Reviewed by Yaotzin Botello on 9/06/2005 02:50:00 PM Rating: 5

2 comments

Anonymous said...

Hola hola! Le puse un enlace ayer!

Roberto Iza Valdés said...
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