Otro cambio de vida: mudanza dentro de la ciudad.

Después de una mudanza mundial, digo, así quiero llamar al movimiento que hice entre México y Berlín, vino la mudanza local. No son cosas diferentes, en las dos hay que empacar y cargar.

Primero llegué a un barrio de neonazis, al este de la ciudad, y después de tres meses logramos Wiebke y yo cambiarnos a una zona más tranquila, más llena de extranjeros, de restaurantes, de vida: Kreuzberg.

Yo ya había vivido ahí dos años antes por un par de meses, pero como esa vez aprendí más español que alemán por haber compartido casa con una española, llegó la hora de reivindicar todos los valores que tiene el barrio de la Montaña de la Cruz (bah, así sería literalmente en español).

En Kreuzberg están los turcos de Berlín. Sin temor a equivocarme, creo que ahí se encuentra la parte más normal de la ciudad. Las tiendas abren hasta muy tarde o las 24 horas, hay calles sucias, impera una ley de la calle que, dentro de todo, no significa inseguridad. En la avenida Kottbusser Damm hay venta de autos usados como podría existir en cualquier ciudad normal. Y si digo esto es porque a los alemanes les gusta tanto el orden que por él pierden su personalidad. Berlín podría estar al punto de no tener personalidad si no fuera por los extranjeros o por los mismo berlineses que van más allá de sus límites. Pienso: quizás los alternativos, los viajeros, los que han tenido contacto con el exterior.

En fin, Kreuzberg es cada vez más popular no sólo por los turcos, sino porque hay diferentes zonas dentro del barrio con bares y restaurantes a los que muchos quieren ir. Las calles Maybachufer, Am Schlesisches Tor o del otro lado del parque Görlitzer Park, todas son zonas que invade el resto de los habitantes de Berlín. Chido, el barrio es chido.

Y eso que podría ser más conservador que Estambul o Anakara. Aquí las mujeres musulmanas están vestidas hasta las uñas, mientras, según me dicen y he leído, en Turquía no. No me extrañaría que si Alemania decreta como Francia la prohibición del velo en las escuelas, todos los turcos van a salir a protestar a las calles.

Nuestra calle, la Pfuelstrasse, es muy pequeña pero con mucha historia. Principia en una avenida transitada y termina a orillas del canal Spree. Aquí fue donde se ocuparon las primeras casas del oeste después de la unificación y también a una cuadra de aquí estuvo el primer antro que inició el movimiento tecno de hace ya algunos años. Quien hoy escucha esa música es considerado un naco.

A la vuelta de la esquina tenemos la estación de la línea más vieja de metro. La estación misma es de principios de 1900, creo que de 1910, si no me falla la memoria. Es como una parada de tren elevado con dos techos a dos aguas, uno en cada andén.

El barrio nos llena de mucha vida a Wiebke y a mí, y ha sido un cambio de vida. No sólo para ella, sino para mí, porque una mudanza no sólo implica cargar cosas (y pagar 200 dólares a Lufthansa por maleta de cualquier tamaño como extra peso), sino entrar a una nueva mentalidad, a una nueva forma de planear y vivir las cosas.

No sé qué tanto cambiaré yo, pero sí tengo una vida diferente.
Otro cambio de vida: mudanza dentro de la ciudad. Otro cambio de vida: mudanza dentro de la ciudad. Reviewed by Yaotzin Botello on 9/13/2004 11:22:00 AM Rating: 5

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