Hola, ¿tú eres neonazi?

Un día serví como camarógrafo. Y de a gratis. Sólo a un periodista mexicano como yo se le ocurriría hacer semejante acción en su tiempo libre. Digamos que fue verdadero amor al arte.

Esta artista mexicana me pidió ayudarle en su proyecto. Sonaba tan bien lo que quería hacer que inmediatamente me convenció. Yo me ofrecí. Ella sólo estaba unos días en Berlín y no tenía a quien más acudir, y además le podía ayudar con el idioma y con la forma de torear a los alemanes. El proyecto constaba de entrevistas en la calle.

Después nos fuimos a comer una pizza. Ella me invitó. Hicimos la fila para ordenar y de repente vi que sus ojos se quedaron clavados en una persona. Eran unos ojos como de miedo pero también de inocencia. Me la quedo viendo y me pregunta, ¿es él un neonazi?, y me señala al tipo que había estado viendo, un hombre como de dos metros de altura, corpulento, de tez blanca y con una pelona que se reflejaba el foco del mostrador de la pizzería. Sonreí a mis adentros y le dije que no se preocupara, que él no era un neonazi.
Su inocencia me dejó pensando en los estereotipos. Y en los medios de comunicación. Y en los neonazis que viven entre nosotros.

Y digo "su inocencia" porque no por el hecho de que alguien tenga la cabeza rapada va a ser inmediatamente un neonazi. Pero, claro, ¿cómo lo iba a saber ella si sólo está unos días en Berlín, la capital alemana, y desde el extranjero sólo recibe quién sabe qué tipo de información sobre este país. Quizás puros estereotipos que yo más bien ya catalogaría de arquetipos.

De alguna forma he aprendido a distinguir a los alemanes. Ya sé quién pide su ayuda social. Ya sé quién vive por completo de la ayuda social. Ya sé quién es artista. Ya sé quién odia a los artistas. Ya sé quién es del Este y quién del Oeste. Ya sé quién es neoizquierdista. Ya sé quién es un joven berlinés con trasfondo de migración árabe, como se conoce en la bonita jerga burocrática alemana. Y, por supuesto, que ya sé quién es neonazista.

A estos últimos yo, en lo particular, no los veo muy seguido. La otra vez casi siento que se me desprende el alma cuando me di cuenta que yo iba sentado al lado de uno en el metro. Sólo nos separaba el periódico que yo había puesto a mi lado.

El tipo iba con un camarada. Él sentado enfrente, ambos quizás en sus treinta años. Vi cuando se subieron al vagón pero no los identifiqué en mi zooteca mental porque, de hecho, abanderaron uno de mis deseos: gritarle a unos jóvenes berlineses con trasfondo de migración árabe. Esta especie de fauna se la pasa en bandadas en el metro, cambiando de vagón en cada estación y lanzando escupitajos a diestra y siniestra en los andenes. Detienen las puertas de los metros, se gritan de metro a metro, corren dentro de los vagones y siempre parece que andan tramando algo. Y cuando se salieron de mi vagón estos dos neonazis que entraban en ese momento les gritaron algo.

Uf, silencio, calma por un rato. Sigo leyendo el periódico. Pero en un momento, por el hueco que dejaba mi periódico hacia el piso, veo que el tenis de mi vecino de asiento, el que acababa de entrar, era un "New Balance". No. Alarma. Interrumpo de nuevo la lectura para auscultar a mi vecino. Esos tenis, que traen una "N" enorme bordada, son uno de los identificativos que usan, en muchos casos, los "N"eonazis. Veo que ambos son blancos, no traen el pelo rapado pero sí corto, y que se la pasaban viendo al otro vagón a donde estaban los jóvenes berlineses con trasfondo de migración árabe. Y entonces me doy cuenta que hablan de ellos, que los maldicen, que dicen puras cosas incoherentes que yo mismo no recuerdo por los nervios y que hicieron que una chica, otra vecina de asiento que ya estaba ahí antes que ellos, volteara a verlos y a reírse de lo que decían, como una forma de descalificarlos.

Después traté de calmarme. Pensé que no me iban a hacer nada. Que no tenían porqué hacerme algo. Dejé de mirarlos sociológicamente, pero entonces ellos ya me habían empezado a observar. Agarré más fuerte mi periódico y fingí concentrarme en mi lectura, así por lo menos podrían ver que leo en su idioma. Pero después cambié de opinión y no quise ocultarme en el periódico. Quise ser un berlinés normal. Uno de esos que, como la chica vecina de asiento, confronta una situación en la calle con inocencia y juicio a la vez, con temple y valor, así como las mujeres no se dejan de los hombres, así como los jóvenes le gritan a los adultos, así como los viejos se meten con los jóvenes, todos con el afán de marcar, remarcar o hacer respetar las mínimas reglas de convivencia.

Y así me puse yo. Pensé también como el periodista que soy y me dieron ganas de entrevistar a uno de mis vecinos. Quería hacerle preguntas y ver si podía entablar una plática "normal" con el tipo sobre sus motivos. Eso lo pensé porque, según dice la leyenda, un antiguo jefe mío, un editor en México, una vez estaba siendo asaltado en un taxi y en lugar de ser despojado de sus pertenencias, él terminó entrevistando a los ladrones. Eso quería hacer yo, pero si hay un código de conducta que no puedo determinar bien es el de los neonazis.
Decidí no hacer nada y me bajé del metro. Ellos venían calientes con y por los jóvenes berlineses con trasfondo árabe, y yo no quería hacer la cosa más ardiente. Aunque quizás en otra oportunidad tendré que quitarme mis estereotipos y arquetipos y actuar con toda la inocencia de aquella artista mexicana para acercarme un día a un neonazi y preguntarle "hola, ¿tú eres neonazi? ¿por qué?"
Hola, ¿tú eres neonazi? Hola, ¿tú eres neonazi? Reviewed by Yaotzin Botello on 8/02/2010 11:27:00 PM Rating: 5

4 comments

Anonymous said...

Me ha gustado mucho este post, Yaotzin. Bravo! Irene

Yaotzin Botello said...

qué bueno, querida Irene. Estas experiencias fuertes y dificiles de contar.

arnold said...

te sugiero que como periodista entres en el blog de un periodista catalán que es un ESTUDIOSO y muy conocedor de la sociedad europea, la cual viene siendo corrompida y destruida por los vencedores (que realmente no fueron ni los rusos ni los norteamericanos) ede la Segunda Guerra Mundial. El mejicano (perdón, MEXICANO) Salvador E. Borrego tiene un libro
clarificador: DERROTA MUNDIAL.
El blog citado es:
http://www.nacional-revolucionario.blogspot.com.es/
SALUDOS

Yaotzin Botello said...

Muchas gracias por la recomendación del blog.

Medidor