Aneurisma, la muerte de un pequeño Berlín
Nahuatzen Ávila era un mexicano treintañero orgulloso de su nombre purépecha. Cuando visitó Berlín, lo hizo por un mes completo y no quiso distraerse con el resto de la comunidad europea. Tardó dos años en preparar su viaje mientras tomaba cursos de alemán, juntaba el dinero y obtenía el permiso de unas vacaciones tan largas. Ahora, a cuatro meses de su partida de esta ciudad, de la que se llevó una cantidad infinita de conocimientos, experiencias y pequeños recuerditos, él dejó este mundo. Un aneurisma cerebral lo fulminó en la noche del martes al miércoles en el Centro de la Ciudad de México.
"Mi nombre es purépecha y quiere decir 'lugar donde hace frío'; por eso en Berlín siempre me preguntaba por qué me costaba tanto adaptarme al clima de la ciudad", me dijo alguna vez por correo electrónico. Apasionado por la lectura, la historia, Juan Villoro y Sex & the City, Nahuatzen era una máquina de proceso de información. Y lo que más lo distingue es que en cada tema de sus pasiones, siempre tenía un vínculo con Berlín o con el idioma alemán.
Nahuatzen ya tenía una vida hecha en torno a su trabajo en el Archivo Histórico del DF y quizás la fascinación por conocer lo que hay en las entrañas de aquella ciudad complicada lo llevó a conocer más de Berlín. Durante su visita de un mes no había un día que no se metiera a hurgar en alguna institución hasta encontrar un dato que quizás nadie más hubiera sabido. Libros, carpetas, películas, recortes, cada noche reunía él un pedazo de Berlín, un pedazo que terminó por extinguirse también.
Yo a él lo conocí por casualidad en Berlín. Llegó como recomendado del novio de una amiga y se puso en contacto en cuanto pudo. Durante su mes de estancia nos habremos visto cuatro veces quizás y mantuvimos la comunicación por correo desde entonces. No conozco más de él, sólo a dos amigos en común. Pero esos cinco meses de relación en vivo y por correo fueron suficientes para hacerme escribir lo que escribo ahora.
La vida lo acabó y no quiero imaginar cómo fue, pero sí sé que le tocó la peor de las suertes. Y le tocó estar entre una estadística inimaginable. De 100,000 personas que al año tienen aneurismas cerebrales en Estados Unidos, el 0.0025 por ciento se muere en menos de 24 horas, o sea dos o tres al año. El caso de Estados Unidos se puede aplicar a casi cualquier país, supongo, porque se trata de un problema congénito.
Tengo una necesidad terrible de entender lo que le pasó y de revivirlo a él en el recuerdo. Aquí dejo un texto de las primeras experiencias que tuvo en Berlín y más abajo las citas de sus autores preferidos.
Nahuatzen a su amigo Iván: "El reven estuvo animado, eran chavos como de 25 anyos; aunque llegamos a la fiesta en coche, regresamos caminando a nuestro barrio (ellos también viven en Kreuzberg), yo tuve que tomar todavía el metro para avanzar una estación; cuando ya me sentí seguro en terreno conocido me pregunté ?cómo que ya se acabó esto? !Qué descansen los otros, los pusilánimes!: aquí está el hipocondriaco Nahuatzen en Berlín sintiéndose enfermo (Nota al margen: esta enfermedad era un simple resfriado, nada relacionado con el aneurisma), pero también con una crisis existencial casi de adolescente que, en este caso, me empujaba para aprovechar al máximo mi experiencia berlinesa. Así que traté de entrar a varios bares que estaban en el trayecto a mi casa, pero me dijeron que ya estaban cerrando; me metí entonces a un café turco y me tomé un té y un pastelito súper dúlce; salí de ahí como a las cuatro de la manyana.
Ya estaba a una cuadra de llegar a mi calle cuando me acordé que ahí, en Olhauer Straße, había un bar punk : The Jail, el cual me había recomendado una italiana que conocí el mismo día que llegué en otro antro alternativo: Wild at heart; pues haí voy pa'dentro. Como no había chelas al tiempo, pedí un whisky dizque para relajarme y ya irme a dormir; me cayó gorda la guapa y sangrona italiana que lo atendía (la misma que me lo había recomendado, me di cuenta entonces que su recomendación era autopublicitaria) y quien no sólo se jactaba de no hablar alemán, sino que sentía una especie de orgullo por hablar inglés, mismo que, ha de suponer esa pseudo anarquista, es el idioma oficial del punk; así que me fui a sentar por allá en una cama, enfrente de la cual estaba una tele con una película softcore bien rara, con una vampiresa que lo único que hacía era temblar sus chichis frente a la cámara; después de un rato me aburrí y me salí de ahí. Ya estaba frente a mi casa, abriendo la puerta del edificio, cuando escuché música como de iglesia (era Bach) a todo volumen en el edificio de enfrente: pues claro que fui a ver de qué se trataba.
Era el final de una fiesta de cumpleanyos que se veía que estuvo un tanto lujosa: el lugar era como un salón de fiestas improvisado; un como galerón iluminado por velas y con mesas donde se veían los restos del banquete y de la chupazón; permanecían ahí sólo 4 personas, 3 hombres y una mujer quienes, al parecer, se trataba de los dos cumpleanyeros y sus respectivas parejas o algo así; les pregunté que si podía entrar y tomarme una chela con ellos, me dijeron que sí y ahí estuve hasta que se fueron a quién sabe que hora, cerca ya del amanecer; incluso saqué una foto pero no es seguro que salga: era la número 37 de un rollo de 36. Tendré entonces que retenerlo todo en mi recuerdo.
Por supuesto hoy me levanté hasta las 3 de la tarde; y eso porque sonó el teléfono: me buscaban a mí, era Claudia, mi amiga que estudiaba alemán conmigo y que ya se vino a vivir con su chavo a Berlín; la muy fresa vive en Mitte, a una calle de la Berlin Alexanderplatz. No salí sino hasta ahorita, a las seis de la tarde, y eso para mandar meils; en cualquier caso no considero haber desaprovechado el tiempo si tomamos en cuenta que mi experiencia nocturna fue realmente alucinante, gracias a la cual ya me siento completamente integrado a esta ciudad; por lo demás, ya necesitaba descansar: había sido una jornada larga y cansada. Durante el día había ido a dos museos: el Patologisches Museum, del que ya te hablé y está ubicado en un hospital: Charité; luego fui al Hamburger Banhof, que tú debes conocer.
"En fin, trataré de seguir descubriendo esta fascinante y ya entranyable ciudad." Fin del mensaje de Nahuatzen.
Juan Villoro: "No todas las pasiones comienzan con una flecha; algunas son hijas del rechazo, de un repudio que poco a poco cambia de signo. Recuerdo la primera vez que un maestro trazò en el pizarrón algo que parecía una cancha de futbol y era 'el mapa de una frase en alemán'. De sobra está decir que un idioma susceptible de tener una cartografía de las frases es un portento de la razòn no siempre asimilable.El alemán fue mi primera lengua escrita.. Tal vez me hubiera sumido con mayor deleite entre sus ricas cláusulas subordinadas y sus esquivas declinaciones, de haberle encontrado utilidad práctica. Soy el mayor de mis hermanos y en la casa nadie habla alemán; jamás había puesto un pie en el país de mi idolatrado Beckenbauer y mi único contacto extraescolar con su lengua eran las dos o tres frases que algún nazi monóculo y voz tipluda gritaba en una película. A los ocho años, en un acceso de angst existencial, me preguntè por què me habría destinado mi familia a aprender el idioma de los villanos de Hollywood. Aunque tenìamos frontera con Estados Unidos y los Beatles cantaban Help en todas las radios, yo leía Struwwelpeter. Fue tal mi rechazo a la lengua alemana que a los 14 años, ya fuera del Colegio, me propuse olvidarla, con aniquilación fanática. Creí lograrlo, pero a veces, en la alta madrugada, un sueño ocurría en alemán. Como un persomaje de E. T. A. Hoffmann, despertaba bañado en sudor, temiendo encontrar en mi cama el gato negro de los maleficios. Al abrir los ojos, volvìa a un mundo sereno donde no hablaba alemán; luego, me sumía n un sueño feliz donde yo era un comanche monolingüe" (Juan Villoro, "Berlìn: un mapa para perderse", en Nexos, núm. 325, enero 2005).
Fabio Morábito: "Es más, la sensación de pulcritud, de fina sabiduría de cálculo que produce el paso de un tren elevado en medio del cemento y de las ventanas puede verse como la quintaesencia del talento que tienen los alemanes de convivir codo a codo sin tocarse. Algo de esa impermeabilidad congénita que les permite ignorar al prójimo y construirse una privacidad de medio metro cuadrado cuando están sentados en un café muy concurrido, o tomando el sol en un parque, o descansando los fines de semana en las minúsculas casitas de sus Kleingärten, se entiende cabalmente por cuando miramos esa especie de alfombra mágica que es el S-Bahn berlinés." (En También Berlín se Olvida de Fabio Morábito).
Aneurisma, la muerte de un pequeño Berlín
Reviewed by Yaotzin Botello
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3/03/2005 11:49:00 AM
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1 comment
Realmente fue una sorpresa encontrar esta página...
Mayor fue mi sorpresa al encontrar esta noticia. No lo sabía...! No lo imaginaba! No lo hubiera querido!
Lo conocí. ¡Qué puedo decir! El silencio se ha apoderado de mí, no así el remolino de pensamientos, de sensaciones que hay en mi interior.
Por ahora, en el fondo deseo, espero que no sea cierto; sin embargo así es...
El destino nos conduce de manera azarosamente premeditada a encontrar noticias que nos dejan en shock...
Nahuatzen, es de las personas que siempre dejan huella por donde andan, por mínimo que sea el contacto... Es un ser muy especial... Fue mi compañero de algunos cursos.
Compartimos el tiempo en Casa del Lago, en la Ciudad de México, escuchando y dialogando con el Maestro Coria. Nahuatzen siempre aportaba cosas muy importantes y muy interesantes a las clases... Transmitía la pasión por el cine, por la historia... por expresar todo lo que llevaba en la entraña, y efectivamente, como bien lo comentas, tenía un gran cúmulo de información en su mente...
Tuve la fortuna de tratarlo fuera de clase en algunas ocasiones y siempre fue muy generoso y muy interesante charlar con él...
Muy complejo, muy humano, muy inquieto... una mente ágil... difícil de definir... Difícil de olvidar...
Así es, tal cual...
Gracias por escribir esta nota.
PD: ¿No se trata de una broma verdad?!
Ciudad de México 20 de abril del 2005.
crishola@yahoo.com.mx
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