De visita por la redacción de Berlín ---> o de cómo aprendí a odiar a Günter Grass.

Mis papás lo quisieron: se aventuraron a visitar la redacción de su hijo en Berlín y, heme aquí, haciéndolos sufrir con mi trabajo.

Cuando recibo visitas, normalmente dejo espacios para pasear a la gente, para presentarles mi ciudad, para enseñarles cómo vive un mexicano en Berlín. Siempre he tenido tiempo para todos, pero esta vez, con mis padres, todo ha sido diferente.

Los pbres llegaron al aeropuerto de Berlín el martes por la noche, la misma noche que recibí una llamada urgente de mi periódico en México. Todavía no les había dado un abrazo cuando ya tenía que estar saludando a mi editora de Cultura: los demonios de Günter Grass andan sueltos y necesito que lo reportes. Bueno, pero como de verdad era inhumano hacer algo en el aeropuerto y justo al recibir a mis papás de un gran viaje desde México, ese día no hice nada. No hubiera podido hacerlo aunque hubiera querido. La redación de Berlín quedó cerrada en ese momento.

Por si fuera poco, mis padres querían llegar a Berlín para festejar mi cumpleaños con una gran piñata. Esa tradición mexicana de colgar una olla de barro disfrazada de estrella para hacerla añicos con un par de palazos. Pero la piñata no llegó. Fue el único de cinco grandes maletas cargadas de productos mexicanos que no llegó. Asi que tuvimos que empezar a rastrearla. El estrés estaba al máximo.

Después resultó que en el aeropuerto de Londres se la quedaron para empezar a romperla ahí. Seguro que los trabajadores de Britisch Airways eran unos ilegales mexicanos que quisieron aprovechar la oportunidad. Y esto lo sé porque la piñata llegó al día siguiente hecha pedazos. Mi madre rompió en llanto, era la única esperanza que mantenía viva de Berlín después de que su hijo estaba ausente investigando sobre Grass, quien calló su secreto de pertenecer a los ejércitos paramilitares de Hitler por 61 años.

Los días han sido complicados. El buró de Berlín abre de cuando en cuando, los padres tienen también a un guía de turistas de cuando en cuando, y mi mujer también me puede disfrutar de cuando en cuando. La redacción se vuelve loca.

Yo he tenido que hacer muchas cosas a la vez y mi mamá descubrió que podría ser restauradora de arte (porque rearmó increíblemente la piñata, que sí podremos partir mañana sábado). Mi mujer tiene toda´via reservas de paciencia para mí y yo todavía tengo energías para seguir traduciendo esta sacrílega autobiografía de Günter Grass.

Pero seguro que el sábado, después de estar muy borracho, la quemaré con aceite al chipotle y después la tiraré junto con los desechos de la piñata por el WC.

Y.
De visita por la redacción de Berlín ---> o de cómo aprendí a odiar a Günter Grass. De visita por la redacción de Berlín ---> o de cómo aprendí a odiar a Günter Grass. Reviewed by Yaotzin Botello on 8/18/2006 02:50:00 PM Rating: 5

2 comments

Anonymous said...

Así pasa maestro. A veces la familia puede ser increíblemente inoportuna. No es que sea indeseable, pero hay ocasiones en las que piensas "me gustaría verlos... pero dentro de un mes, no ahorita".

Marta Salazar said...

lo siento! ves, si viviéramos más cerca, habría ayudado a pasear a tus papás!

no, no necesitas hacer nada de eso el sábado.

no te olvides que, al mal tiempo, buena cara.

y seguro que tus papás lo entienden.

la próxima vez me avisas a mí y yo te escribo algo.

Un abrazo a tus papás! y que lo pasen super bien en Berlín y alrededores!

Medidor