La política ronda el metro
Un día como casi todos. Me despierto, desayuno, checo mis correos, comienzo a trabajar y dos minutos antes de que pase el metro salgo corriendo. Los vecinos deben de escuchar como una estampida en la escalera del edificio y cuando se asoman por la ventana sólo ven la estela de unos cabellos lacios negros. Tomo el metro, transbordo en una estación y tomo el S-Bahn. Ahí es donde abro mi Der Spiegel y retomo las lecturas que pocas veces hago en mi oficina.
"El regreso de Schröder", titula el semanario y se refiere al ex canciller alemán. Es muy interesante porque la semana pasada los Socialdemócratas eligieron a un nuevo candidato a canciller para las elecciones del 2009 y a un nuevo secretario de partido. Parece que con ellos dos el partido podrá repuntar, al menos en las encuestas, quizás no para derrotar al partido de la Canciller Merkel. Pero estas dos personas que eligió son Frank Walter Steinmeier y Franz Müntefering, ambos muy cercanos colaboradores de Schröder mientras fue canciller.
El periodo de Schröder empezó muy bien. Se reeligió todavía con amplia mayoría pero ya iba en una caída imparable. En el 2003, justo después de su primera y única reelección, Schröder implantó la llamada Agenda 2010, un plan de reformas sociales que supuestamente acabaría con la pobreza. Pero no, pareció todo lo contrario porque la cifra de desempleados subía y subía hasta que, todavía con Schröder, alcanzó la cifra de 5 millones de almas sin trabajo. En ello ven todos los alemanes un gran fracaso y el mejor castigo que le impusieron a este amante del puro y de Putin fue derrocarlo.
Se abren las puertas del S-Bahn, entra un tipo con pelos como de planta de agave y un pantalón con olor a alcantarilla. Cuando las puertas se cierran comienza a pregonar: "Por favor, gente, una moneda, para la universidad, para la renta, para un pedazo de pan, para trabajar. Por favor". El tipo iba de pasajero en pasajero, buscándonos la cara. Nadie se inmutó. Al contrario, el olor de sus pantalones provocó miradas de rechazo. Recorrió todo el vagón y se salió en la siguiente parada.
El Partido Socialdemócrata ya subió en una encuesta que hizo Der Spiegel. Esta especie de golpe que sufrió el anterior dirigente pareció ser el mejor movimiento hasta ahora hecho por el partido. Ya no importa que Steinmeier haya sido el más cercano de Schröder, ni que el SPD haya intentado alejarse de su imagen de Agenda 2010 desde el 2005, cuando Schröder salió del poder. El recorte de las ayudas sociales, el aumento de las contribuciones para el seguro de salud y los miniempleos de un euro eran la firma de un gobierno socialdemócrata pero ahora parecían más bien un error.
En otra estación entra un tipo con rastas. Lo primero que dice en voz alta es "Los boletos de viaje por favor". Todo mundo comienza a sacar de sus bolsas su boleto. Y el tipo continúa: "Los boletos no los quiero ver, sólo quiero llamar su atención para que me compren la revista de los desempleados o para que me den una moneda". La gente gruñe y deja de poner atención. Obviamente el tipo no se lleva ni una moneda.
Los pasajeros creen que la pobreza es pasajera. No se creó con Schröder, aunque quizás se incrementó.
Ignorarla por completo no es la solución.
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