Una hora con Merkel, una orgía de prensa extranjera.

Este es el único día en que todos los periodistas de mi asociación nos reunimos. Fuera de ello nunca nos vemos. Y nunca lo haremos.

Somos corresponsales de diversos medios extranjeros, desde boletines de información hasta periódicos míticos, desde mexicanos hasta alemanes. Todo, hay de todo, pero si no es por trabajo, nunca nos llevamos. Es un desacierto. Cuántas cosas podría contar la corresponsal de Palestina, o la de Chile, o los de China, historias de muerte, de censura, de arte, de libertad. Pero no, estamos en una dinámica alemana de trabajar incansablemente. Al menos así parece cada vez que nos encontramos en una conferencia de prensa. Tenemos una cada semana, por lo menos, pero siempre llegamos, nos sentamos, escuchamos, preguntamos, nos levantamos y nos vamos. Pocos, muy pocos nos quedamos a veces a hacer más contactos. Los mexicanos, o quizás los latinos, decimos "uno nunca sabe para qué lo vamos a necesitar algún día".

Y luego los necesitamos o nos necesitan. En el mundo no estamos solos.

Pero, bueno, nos vimos con Merkel. Llegaron más de 200, de los 400 que somos en la Asociación. Y de repente ahí estábamos, platicando. Por supuesto que nos conocemos y tenemos cosas que decir, pero muchos nunca encuentran el tiempo. La verdad es que yo creo que muchos nos encontramos arrogantes los unos a los otros. Nunca falta el que dice que ya entrevistó a Merkel personalmente, o el que hizo la pregunta que abrió el Muro, o el que está tras la mejor historia de Alemania. Esas cosas que nos hacen darnos la vuelta inmediatamente. Pero siempre hay buenas sorpresas, cada vez más. Yo creo que nunca voy a terminar de conocer a los más de 400 miembros.

Esta vez fue gracias a Merkel que pudimos saludarnos más en calma nosotros. Tuvimos que llegar media hora antes para pasar un control de seguridad, además de que Merkel llegó 15 minutos más tarde. Quizás no podía terminar de esponjarse su cabellera. El poco tiempo que nos dan para hablar con Merkel nos fuerza a los corresponsales a unirnos en nuestras preguntas. Y tenemos que platicar. Ahí estaban los franceses afuera de la sala de prensa acordando quipen preguntaría qué. Los españoles no se quedaron atrás, con un poco más de cotilleo. Algunos asiáticos hicieron lo mismo. Esto es necesario porque en 45 minutos apenas se permiten unas 20 preguntas, 25 cuando mucho. Desgraciadamente mis colegas latinoamericanos son muy pocos como para hacer un frente de ataque. Así podría Merkel y el gobierno alemán repensar su política exterior. Mexicanos somos apenas dos, así que la fuerza azteca no podría hacer nada sola. Necesitaría a la de El Clarín de Argentina, El Tiempo de Colombia y a los brasileños. Más allá no existe en la cartografía alemana.

A Merkel le gusta estar con la prensa extranjera. Es la segunda vez que lo hace. Es una forma de mantenerse popular y de seguir delineando su papel como la mujer más poderosa del mundo. Explica política europea, no se queda sin contestar ninguna pregunta, habla de las relaciones con Estados Unidos y rusia. Eso nos gusta. Querríamos quizás una pequeña visión hacia América Latina, pero en los temas previstos para la discusión nunca los han considerado, así como tampoco ha sido elegida una mano latinoamericana para plantear una pregunta. Y si a esto añadimos que hay muy poco tiempo para desahogar a todos los que quieren preguntar... Aquí es donde se encuentran a esos periodistas que muestran el medallero. Son esos que preguntan en forma de discurso, que saben más que todos, que se tutean casi con la canciller, o que preguntan cualquier cosa con tal de hacerse presentes. Son esos que antes de esta conferencia de prensa o después sólo quieren platicar para mostrar lo que han hecho o para hacernos ver que nosotros estamos verdes. Nada maduros, pues.

Al final a muy pocos les interesa lo que dijo Merkel. Parece que nadie va a escribir sobre esto. Están esperando más bien al presidente de Israel que viene unas horas más tarde y que, en cuanto hable, quitará toda la actualidad a lo que dijo Merkel. Así que yo acuerdo unos temas de trabajo con el corresponsal de El País de Colombia, me pongo de acuerdo para un desayuno con el humilde colega de Le Monde y para una comida con la corresponsal del Népszabadság.

Yaotzin.
Una hora con Merkel, una orgía de prensa extranjera. Una hora con Merkel, una orgía de prensa extranjera. Reviewed by Yaotzin Botello on 12/13/2006 08:00:00 PM Rating: 5

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